De la mano del gran desarrollo de comienzos del siglo XX, Argentina ha implantado una imagen urbanística y arquitectónica en sus ciudades que pocas veces recuerda el pasado colonial del país. Existen algunas saludables excepciones. La magnífica Salta, por ejemplo, conserva su aspecto colonial como un estilo de la ciudad, al igual que muchas ciudades del norte argentino. En Córdoba, las famosas estancias jesuíticas, son una maravilla patrimonial que remitan al siglo XVII.
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Los evangelizadores jesuitas dejaron su huella en la provincia de Córdoba en distintos puntos notables. En pleno centro de la ciudad de Córdoba, la Manzana Jesuítica conserva intacto el aspecto del proyecto de la Compañía de Jesús. Pero saliendo de la ciudad, también hay reductos notables: las Estancias Jesuíticas.
Las Estancias Jesuíticas fueron pensadas como una fuente de recursos para solventar la misión evangelizadora y educativa en la región. Entre los siglos XVII y XVIII se construyeron varias estancias en las sierras cordobesas. Concretamente, hablamos de seis estancias de las cuales hoy se conservan cinco: Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia, y La Candelaria.
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Las estancias se pueden conocer organizando un circuito turístico desde Córdoba Capital. Funcionaban como verdaderos establecimientos agro-granaderos con una gran organización y edificios notables. En sus cascos (centros de la estancia) incluso contaban con capilla y la residencia de los Padres y miembros de la Compañía de Jesús. El Camino de las estancias Jesuíticas conecta las impresionante construcciones en medio de un paisaje de sierras y ciudades turísticas.
El conjunto de la Manzana Jesuítica y el Camino de las estancias fue declarado como Patrimonio de la Humanidad en el año 2.000 y es sin dudas uno de los principales atractivos turísticos de la provincia.